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La historia de la antigua Roma es una historia de evolución, de cómo la habilidad de una civilización para adaptarse y dominar puede llevar a su supervivencia por más de 1.000 años. Roma comenzó como un pequeño pueblo en el centro de Italia a orilla del río Tíber.
En los siglos siguientes, se convirtió en un imperio que se extendía desde el Atlántico Norte hasta el Golfo Pérsico. Durante esta transformación, Roma desplegó una destreza política, militar y cultural que le permitió convertirse en una superpotencia y ayudó a dar forma a lo que se conocería como la civilización occidental.
La historia de Roma resumida
La vida de la antigua Roma puede dividirse en tres grandes períodos, el real, el republicano y el imperial. Durante el período regio, Roma fue monárquica y gobernada por una sucesión de unos siete reyes.
El primer rey de Roma, según la leyenda, fue un hombre llamado Rómulo. Se dice que él y su hermano gemelo Remo fundaron Roma en el año 753 a.C.
En el año 509 a.C. Roma adoptó un sistema de gobierno republicano en el que el estado estaba gobernado principalmente por dos representantes anuales llamados pretorios, que más tarde fueron llamados cónsules. Uno de ellos se convirtió en un famoso general y dictador, Julio César.
Siguió el período imperial. Se caracterizó por el surgimiento del Imperio Romano y de líderes notorios como Octavio, el primer emperador de Roma, que consolidó una era de paz, y Nerón, que, según algunos estudiosos, fue el emperador más cruel de Roma.
El enfoque y el orgullo de Roma en su ejército fue vital para el crecimiento de la civilización, y este espíritu fue evidente ya en el período real cuando Roma era sólo un pequeño pueblo. Aún así, Roma conquistó y anexó lentamente a los pueblos vecinos.
La expansión de Roma
Esta lenta y constante expansión llevó finalmente a los romanos a dominar la península italiana y todo el Mar Mediterráneo, donde conquistaron a los griegos, egipcios y cartagineses. Las conquistas militares más tarde ayudarían a Roma a conquistar tierras tan lejanas como Gran Bretaña e Irak.
Esta escala masiva y el crecimiento de la población requirió avances en la ingeniería romana. Se construyeron acueductos, que aumentaron el acceso del público al agua, ayudaron a mejorar la salud pública y allanaron el camino para las famosas termas o casas de baños de Roma.
También se construyó un sistema de carreteras de 80.000 kilómetros de largo. Aunque originalmente se hizo para el ejército, facilitó el movimiento de personas y mercancías por todo el imperio. La transmisión de ideas por el mayor contacto con diversas culturas, también permitió que otros aspectos de la sociedad romana evolucionaran.
La cultura; imprescindible para perdurar en el tiempo
Una clave para el éxito y la longevidad de Roma fue la inclusión en el imperio de culturas de las tierras que conquistaron. De la cercana tierra del Lacio, Roma adquirió la lengua latina, que se convirtió en la lengua oficial del imperio y en el antepasado de las lenguas romances de Europa.
Los romanos también adoptaron aspectos culturales del antiguo estado de Etruria, incluyendo su religión, el alfabeto y el espectáculo del combate de gladiadores. Sin embargo, ninguna otra civilización influyó tanto en los romanos como los antiguos griegos.
Su influencia es, probablemente, más evidente en el arte y la arquitectura de Roma. Los romanos de la clase alta encargaban pinturas y esculturas para imitar el arte griego. Los estilos arquitectónicos griegos, como las columnas, se implementaron en estructuras romanas como el Panteón y el Coliseo.
El nacimiento del cristianismo en Roma
Un cambio cultural en particular que resonó en todo el imperio fue el surgimiento del cristianismo. Originada en el Medio Oriente, la religión encontró un fuerte defensor en Constantino I, el primer emperador romano en convertirse al cristianismo.
Permitió la transición de Roma a un estado cristiano y animó a la religión a extenderse por toda Europa.
En el siglo IV, después de un milenio de vida, el Imperio Romano cayó. Factores como la corrupción política, las crisis económicas y el conflicto de clases llevaron a la decadencia del imperio desde dentro, mientras que las invasiones y otras amenazas militares hicieron que se desintegrara desde fuera.
La capacidad de Roma para incorporar diversas culturas, dominar a los rivales y adaptar los sistemas políticos a las necesidades de su pueblo, son lecciones que deben aprenderse y perdurar en el tiempo.
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